Cuando terminó la actuación pensé que era
el momento de irme pero antes de que pudiera hacerlo Jaime se acercó a mi mesa.
Jaime: Buenas
noches. Leire ¿verdad?
Leire: Sí,
Leire, buenas noches.
Jaime: He
visto salir a Elena. ¿Le pasaba algo?. Me ha parecido que estaba alterada.
Leire: No,
es solo que se le había hecho tarde.
Jaime: Ya.
Me respondió con cierta incredulidad.
Jaime: Elena
es una chica complicada.
Quise cambiar de tema ya que ni yo misma
sabía lo que había ocurrido.
Leire: Toca
usted muy bien.
Jaime: No,
por favor, tutéame. Y gracias, la verdad es que la trompeta es una de mis
pasiones.
Leire: Elena
no me había dicho nada y me ha sorprendido verte salir al escenario.
Jaime: Los
chicos del local son buenos amigos y me dejan tocar de vez en cuando. Tocar con
público produce una sensación especial.
Leire: Me
imagino. Bueno, la verdad es que a mi también se me ha hecho tarde y tengo que
irme.
Jaime: Sí, sí claro pero te iba a invitar a una
copa así que me la debes.
Leire: Sin
problemas, otro día nos la tomamos.
A cualquier otro le hubiera dado dos besos
pero seguía siendo mi jefe así que le volví a dar la mano y nos despedimos.
Al salir al local recordé que tendría que
volver en autobús y me puse a caminar hacia la parada. Estaba repasando las
sensaciones que aquel hombre me había producido y cada vez me sentía más
atraída pero mi simpatía por Elena me hacía ahuyentar cualquier atisbo de
deseo.
Cuando había caminado apenas una manzana un
coche se situó a mi lado y me tocó el claxon. Era Elena.
Elena: Sube,
te llevo a casa.
Leire: No,
no hace falta de verdad. El autobús está ahí mismo.
Elena: Sube
por favor, quiero disculparme.
Me subí en el coche y Elena avanzó hasta
encontrar un hueco en el que parar.
Elena: Perdóname.
Vaya primer día que te estoy dando.
Leire: No,
no te preocupes. Dime, ¿qué te ha pasado?
Elena: Bueno,
es un poco difícil de explicar. Lo primero que quiero aclararte es que no
pretendía ligar contigo. Lo que pasa es que hay algo que siempre he querido
hacer y que nunca he podido y de repente contigo me he sentido diferente. Capaz
de hacerlo.
Yo la miraba inquieta intentando entender
algo.
Leire: Y
qué es eso que quieres hacer.
Elena: Bueno,
prefiero no comentártelo. Solo quería disculparme.
Leire: Pero
puedes contármelo. No me voy a asustar de nada y quiero que seamos amigas.
Elena: ¿De
verdad no te enfadas?
Leire: Venga
dime. No creo que sea tan malo.
Le cogí las manos para darle confianza y
comenzó a contarme.
Elena: Jaime
vive en un loft en un edifico de lujo y en su planta solo tiene unos vecinos.
Son un matrimonio joven. Él se pasa el día viajando y ella es una zorra que está
loca por Jaime y que se pasa el día queriendo follar con él. Yo no la soporto
pero es verdad que la cabrona está muy buena y Jaime no le hace ascos. Lo que
más me jode es que la muy puta cuando quiere asegurarse el polvo llama a una
sobrina suya que es bastante golfilla y se montan un trío con Jaime.
Siempre
he querido ofrecerle algo parecido a Jaime para distraerlo de esa relación pero
nunca he sabido con quien. No tengo ninguna amiguita ni nada parecido.
Elena se quedó callada mirando hacia los
pedales del coche avergonzada, como dejándome asimilar la historia.
Leire: Bueno.
No es una cosa tan mala. Además, supongo que me debería sentir alagada teniendo
en cuenta que has pensado en mí para hacer algo que nunca has hecho antes.
Elena: Sí
pero vas a pensar que estoy loca. Nos hemos conocido esta misma mañana.
Leire: Mujer,
no creo que estés loca. Como mucho enamorada que es casi lo mismo.
Sonreímos.
Leire: El
problema es que aunque tú eres muy guapa y Jaime muy atractivo, pensar en hacer
un trío así en frío es un poco… no sé. Las cosas ocurren de otra manera. Además
no creo que necesites ayuda para llamar la atención de Jaime. Estás estupenda.
Elena:
Lo sé, lo sé. Ya te digo que se me ha ido un poco la cabeza. Y no es que Jaime
no me preste atención. Sé que puedo acostarme con él cuando quiera. Lo que no
quiero es que se siga acostando con esa zorra.
Leire. Me
gustaría ayudarte pero no se me ocurre cómo y tampoco quiero poner en peligro
mi puesto de trabajo. Entiéndeme, hoy es mi primer día.
Elena: Lo
sé, y te entiendo.
Otra vez volvió a cogerme la mano.
Elena. Puedo
pedirte al menos un favor.
Leire: A
ver, dime.
Dudo un poco.
Elena: ¿Podrías
darme un beso? Solo quiero saber qué se siente al besar a una chica. Si no es
muy malo buscaré a otra chica más adelante y si no me gusta ya sé que no podré
hacerlo.
Ufff, vaya marrón!. Me quedé unos instante
pensando y de forma inconsciente examiné su boca. Tenía unos labios carnosos y
ligeramente pintados de rosa. Los dientes bonitos y blancos. La verdad es que era
una boca preciosa pero era de chica.
Quise recordar mis besos con mi amiga
Natalia años atrás como una experiencia muy agradable así que intenté quitarle
importancia al asunto.
Leire: Si
quieres yo te lo doy pero para hacer un trió no es necesario que las chicas se
besen.
Elena: Ya
pero yo sé cómo se lo monta esa y te aseguro que con su sobrina hace de todo.
Otra vez un silencio incómodo.
Elena: ¿Puedo
entonces?
Leire: Claro.
Nos miramos a los ojos y acercamos nuestras
bocas a escasos centímetros. Primero compartimos el aliento como en un test de
compatibilidad. El suyo era fresco y no me desagradó. Después pego sus labios a
los míos en un tierno pero largo beso. Unos besitos mas y por fin sus labios se
abrieron dejando paso a su lengua hasta los míos. Nos morreamos y me hizo
sentir extraña. Su boca sabía muy bien y me estaba haciendo sentir unas
cosquillitas que me pillaron por sorpresa.
Se separó un instante.
Elena: ¿Lo
hago bien?
Leire: Ya
lo creo.
Elena: Entonces
¿Te ha gustado?
Leire:
Sí, sí ha estado muy bien.
Elena: ¿Puedo
darte otro?
La verdad es que lo estaba deseando así que
sin responderle siquiera acerqué mi boca a la suya nuevamente. En esta ocasión
su beso fue mucho más apasionado. Cuando quise darme cuenta había metido su
mano bajo mi suéter y me acariciaba las tetas. Pero no me importó porque mis
pezones estaban duros y deseosos de ser acariciados. Estaba comenzando a
ponerme cachondísima.
Cuando comprobó que mis pezones eran dos
piedras me levantó el sueter y tiró del sujetador para sacarme las tetas. Era
alucinante, en solo unos minutos Elena había conseguido hacer lo que ningún
chico y allí estaba yo gimiendo dentro de un coche con los ojos cerrados
mientras la secretaria de mi jefe me chupaba un pezón.
La agarré del pelo y tiré de ella para
arrancarla de mis tetas y besarla cuando sentí un resplandor en mis parpados.
Abrí los ojos y de pronto el claxon del coche y me sobresaltó. Di un salto en
el asiento y justo en ese momento pude ver que a nuestro lado pasaba un coche.
Pero no un coche cualquiera, era un BMX y su conductor era Jaime.
Leire:
¡Dios mío!, creo que era el coche de Jaime. ¿Nos habrá visto?
Elena: Tranquila.
No lo creo.
Leire: Pero
¿Qué ha pasado?. El claxon era el de este coche.
Elena: Seguramente
le hemos dado sin querer. Lo mejor será que nos vayamos. Esto se nos estaba
yendo de las manos.
Leire: Tienes
razón. ¿Sigue en pié lo de llevarme a casa?
Elena: Sí,
sí por supuesto.
Elena arrancó el coche mientras yo devolvía
mis tetas a su sitio.
Por el camino yo estaba muy preocupada
preguntándome si nos habría visto Jaime. El calentón se me había pasado de
golpe pero sorprendentemente Elena no había dado ninguna muestra de
preocupación.
La miré por el retrovisor y vi que en su
cara tenía dibujada una sonrisa contenida. No sabría decir muy bien por qué,
pero aquella extraña sonrisa me inquietó.
Cuando llegamos a casa Elena me dio un
piquito, le agradecí que me llevara y le di las buenas noches.
Cuando apenas había dado cinco pasos Elena
me llamó desde el coche.
Elena: ¡Leire!
Leire: Sí,
dime.
Elena: Eres
una buena chica. Demasiado. Así que lamento que te haya tocado a ti pero quería
demostrarle a Jaime que no es tan difícil llevarse a la cama a la mujer que a
uno se le antoje.
Jaime
no tiene vecinos pero que sepas que besarte me ha encantado. Bienvenida a la
empresa.
Comenzó a reírse, arrancó el coche y me
dejó allí de pié mirando como el coche se alejaba con cara de haberme caído de
un guindo.
Aquella hija de puta me había utilizado
para demostrarle a Jaime sus dotes de conquista y yo había entrado al trapo con
todo.
Fue ella la que toco el claxon para
asegurarse que Jaime nos viera. Por eso se había dado tanta prisa en sacarme
las tetas. Ella sabía que Jaime saldría tras su actuación y que pasaría por
allí. Desde luego la tía lo había hecho de puta madre.
Y todo ese rollo de la zorra y su sobrina
era un cuento. Todo había sido un cuento.
Pero ahora… ¡joder! No me importa que Jaime
me haya visto las tetas pero me hiere el orgullo que esta cabrona me haya
utilizado con tanta facilidad. He quedado como una pardilla el primer día de mi
nueva vida como responsable de campaña.
La única forma de corregir aquello era
pagarle con la misma moneda.
No tenía ni idea de cómo pero tenía claro
que haría algo para que quedase claro que si ella era un zorra yo podía ser una
loba y comérmela con patatas.
Y eso fue lo que hice.